lunes, 21 de marzo de 2011

"Y VES LION DOMUS DEMAIN"

La fachada no sólo puede filtrar los flujos que la atraviesan, como los del agua, del aire, de los sonidos,  de  la luz, de la vista y del calor, sino también suplementarlos o potenciarlos cuando las fuentes naturales no son suficientes.
Con probabilidad, la fachada deberá ser equipada con elementos que mejoren su capacidad de control climático (como componentes de ventilación, climatización y control de soleado), con elementos que optimen su acción de captador energético (como posibles células fotovoltaicas) y también lumínico (como los reflectores usados hace muchos años en el núcleo viejo de Barcelona y que hoy se empiezan a difundir en los modernos edificios de oficinas). Sobre todo este equipamiento destaca especialmente la protección -cada día más importante- contra el sol, a causa de la difusión incontrolada de las grandes superficies acristaladas.
El perímetro exterior de la vivienda es uno de sus componentes más invariables en el tiempo, ya que es un límite con el espacio público, regulado por la licencia.

Pero esta condición de perímetro estable ha dado lugar a que se emplacen en él elementos (instalaciones de todo tipo y elementos estructurales) que podrían dificultar transformaciones interiores. Y es que conviene no olvidar que algunas funciones exigen, razonablemente o no, una relación directa con el exterior: el conocido problema del tendedero, que la normativa obliga a situar en la fachada, normalmente con sacrificio de la cocina. Sin embargo, la proliferación de máquinas secadoras desplazará previsiblemente estas funciones hacia zonas interiores; y, en cambio, la concepción cada vez más lúdica del cuidado corporal (en detrimento de la estricta idea de higiene) hace pensar que la disposición de los baños en la fachada no será infrecuente (una ubicación que conducirá a elementos de fachada - baño que nunca hubiéramos podido imaginar).

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